Es común que los finales y comienzos en nuestra vida se conviertan en momentos propicios para hacer balance del camino recorrido, y que dediquemos algo de tiempo a evaluar qué caminos queremos explorar ahora, qué objetivos queremos alcanzar. Ya sea el cierre de una etapa y el nacimiento de otra, el comienzo de un año o una nueva relación, te proponemos una lista de 10 ideas para tu nuevo comienzo.
1Sé un poco más de espiritual y un poco menos de materialista. Las cosas que poseemos son sólo eso, cosas, medios con los cuales obtener otros fines, pero no los fines en sí. Que la preocupación por obtener bienes materiales, necesarios hasta cierto punto para tener una vida digna y cómoda, no se transforme en el único objetivo de nuestra existencia. Más aun, que no reemplace ni estorbe en nuestro progreso mental, emocional y espiritual, porque no somos lo que tenemos, sino lo que hemos aprendido, experimentado, crecido y vivido.
2Aprende a desaprender. Acostúmbrate a analizar toda la herencia recibida en base a tu propia visión. Piensa en las costumbres, tradiciones y enseñanzas que has recibido y quédate con lo que consideres bueno, pero no temas desechar o cambiar lo que consideres inapropiado. Es verdad que el entorno y la educación recibida nos influyen, pero somos nosotros mismos los que determinamos hasta qué punto. Si quieres ser tú el verdadero artífice de tu destino, no temas revisar y filtrar lo aprendido.
3Deja de mirarte el ombligo, no eres el centro del universo. Cuando nos centramos demasiado en nosotros mismos, nuestros problemas, nuestras necesidades y deseos, no sólo corremos el riesgo de ser insolidarios, sino que además perdemos perspectiva de las cosas y nos limitamos en nuestro campo de acción. Hazte tiempo para pensar en otros: únete en una asociación de vecinos para mejorar tu barrio, apoya activamente a una ONG o vuélvete un miembro activo de tu grupo religioso. Haz algo por los demás, fomenta el civismo, la solidaridad y el altruismo. Tu visión del mundo y de la vida cambiará para siempre.
4Perdona a los demás y a ti mismo. No te autojustifiques, pero tampoco te quedes anclado en el pasado por un rencor o un sentimiento de culpa. Analiza tu vida y evalúa si tienes cuentas pendientes con alguien o contigo mismo; haz todo lo que esté en tus manos para enmendar los errores, y pide perdón. Aprende de lo sucedido y realiza los cambios necesarios para no repetir el error. Finalmente, pasa página y sigue adelante.
5Usa sabiamente tu tiempo. Se dice que el tiempo es el bien más preciado, y probablemente en más infravalorado. Organízate de tal forma que puedas dedicarle tiempo a las cosas más importantes, y no sólo a las urgentes. Haz una lista de lo que consideres importante en tu vida y luego evalúa cuánto tiempo le dedicas verdaderamente, posiblemente te sorprenderás. Aprende a planificar, a llevar una agenda de tareas, a decir que no a los ladrones de tiempo. Busca el equilibrio.
6Descubre, entiende y usa tus emociones. No cometas el error de mucha gente, de pensar que tus decisiones se basan en la lógica y en el pensamiento racional. Tus emociones tienen un impacto tremendo, para bien y para mal, en todo lo que haces, y al ignorarlas no evitas su efecto, sólo te limitas a ti mismo, porque no puedes entenderlas o controlarlas. Aprende a reconocerlas cuando las experimentas, y a entender el mensaje que representan. Sé consciente de lo que experimentas, y te convertirás de verdad en el dueño de tu vida.
7Date permiso para cambiar de opinión. Mucha gente considera que cambiar de opinión es algo negativo, porque indica falta de compromiso, duda o inconsistencia. Pero esta sensación está asociada con la parte primitiva de nuestro cerebro que busca sobrevivir, no con la parte más evolucionada que debería tener preponderancia. Cambio no es necesariamente sinónimo de corrección de un error; también significa crecer, mejorar, madurar, convertirte en alguien mejor y más elevado. No tengas miedo de cambiar de opinión, repasa a menudo tus creencias y reevalúalas a la luz de tus conocimientos actuales. El que no cambia, no evoluciona y no mejora.
8Gestiona tus niveles de estrés. El estrés es el conjunto de reacciones de nuestro cerebro a lo que percibimos a nuestro alrededor, las cuales están condicionadas por nuestra perspectiva de la realidad, lo que nos autoimponemos, y por la parte primitiva de nuestro cerebro que está programada para sobrevivir. Aunque no puedas cambiar muchas de las condiciones externas (tu jefe, el tráfico, la familia, etc.), sí que puedes cambiar tus reacciones y, por tanto, gestionar tus niveles de estrés. Aprende a hacerlo, está al alcance de todos.
9Acepta que cada uno se siente amado de diferente manera. Cada uno tiene una escala de valores, un listado de las cosas importantes para su vida. El problema es que mis escalas y listas no son las mismas que las tuyas. Mientras que para mí 'sentirme amado' puede significar que respeten mis ideales y me tengan confianza, para ti puede significar que te protejan y te den seguridad, por ejemplo. No cometas el error de dar amor a los demás como esperas que te lo den a ti. Antes, averigua y aprende qué necesitan los demás para sentirse amados, y luego ofréceles eso mismo. De la misma forma, aprende a explicar lo que tú necesitas, para que ellos puedan hacer lo mismo contigo.
10Deja de hablar y aprende a comunicarte. Hablar es emitir sonidos que representan algo. Pero emitir un mensaje no es lo mismo que comunicarse, sino sólo una pequeña parte de ello. No por mucho repetir algo, o por gritarlo aún más alto, conseguirás que te entiendan y entender a los demás. Aprende a escuchar activamente, a presentar el mensaje de tal manera que pueda ser comprendido por tu interlocutor. Aprende a hacer silencios, a no prejuzgar. Aprende a quitarte los filtros que tengas y que enturbien la comprensión de los mensajes que recibas. Aprende a ser asertivo, a ser empático. En síntesis, aprende a comunicarte, que no es lo mismo que hablar.