Hoy se realizó en España el sorteo de navidad. En la tele era imposible poner las noticias sin ver decenas de personas saltando y festejando entre abrazos con vecinos y amigos. Esas imágenes me hicieron pensar en cómo cambiará la vida para esas personas a partir de ahora, y si llegarán a ser más felices de lo que eran antes del sorteo. Vosotros qué creéis, ¿serán más felices ahora que tienen más dinero?
En otro artículo ya hemos hablado de la relación que existe entre el dinero y la felicidad, y cómo distintos estudios científicos habían probado que la cantidad de dinero que ganamos está relacionada directamente con el nivel de felicidad que experimentamos, pero con un matiz muy particular. Hoy no entraremos en detalle sobre si el dinero da o no la felicidad, sino que analizaremos qué cambios relacionados con nuestras felicidad se producen en nuestras vidas cuando recibimos una suma importante de dinero, como le ha pasado a estas personas que hoy festejan en España porque les ha tocado el gordo de navidad. Y de paso, lo haremos extensivo a otros aspectos de la vida que, estadísticamente hablando, son más probables que nos sucedan frente a ganar la lotería.
Lo que mata es la rutina…
Esa es una frase que a menudo oí repetir a las personas en el pueblo en el que nací; hace poco escuchaba un monólogo donde el humorista comenzaba su actuación preguntando si había alguien casado en la sala, o si por el contrario, "éramos todos felices". Bromas aparte, la mayoría de nosotros tenemos la tendencia a pensar que la rutina es una parte inevitable de la vida, y que a menudo es la responsable de que nos sobrevenga la apatía sobre las cosas que un día nos ilusionaron o nos hicieron felices. ¿Se trata sólo de una creencia popular, o hay alguna base científica al respecto?
En psicología existe el término habituación hedonística, que viene a ser más o menos lo mismo que lo que farfullaba la señora mayor que vivía al lado de mi casa, cuando se quejaba de la rutina. Se la define como la disminución, a veces incluso hasta la extinción total, de la respuesta positiva a un estímulo presente de manera repetitiva y prolongada. De hecho, la habituación hedonística es uno de los pilares para combatir las fobias: al hacer que el paciente se enfrente de manera controlada y repetitiva a sus miedos, en vez de huir de lo que temen, ell@s mism@s notan cómo el miedo va disminuyendo paulatinamente. Por desgracia, esto también funciona así para la felicidad: una fuente de felicidad constantemente presente en nuestra vida va perdiendo su potencia.
Cómo nos imaginamos la satisfacción tras una adquisición o éxito

Lo que sucede en realidad tras una adquisición o éxito

Es decir, que nos acostumbramos a lo bueno. Hay un montón de cosas que nos rodean que, a juicio de otros, deberían darnos la felicidad y que sin embargo, nos producen apatía en el mejor de los casos. Cuando nos sobrevienen cosas buenas, como el caso de ganar mucho dinero gracias a la lotería, y luego nos resultan accesibles permanentemente, dejan de hacernos felices poco a poco.
Parece ser que al escalar la pirámide de Maslow, encontrando satisfacción para las necesidades de cada escalón, nos vamos olvidando de cómo nos sentíamos cuando no teníamos esas cosas, y las damos por sentadas, como si siempre hubieran sido parte de nuestra vida. Vivir en un país en paz, tener una pareja, tener trabajo, una casa, tener alimentos... todas cosas que en su día pudieron haber sido una fuente de felicidad, de a poco se han convertido en "algo más" y dejan de influirnos para bien.
El poeta Raymond Radiguet decía "felicidad, no te he reconocido más que por el ruido que hiciste al marcharte", y tenía razón. Hablaba de la habituación hedonística, aunque tal vez sin saber que los psicólogos la llamarían así tiempo después.
Pero entonces… ¿existe la felicidad duradera?
La respuesta es un SÍ rotundo. A pesar de la habituación hedonística, se puede conseguir un estado de felicidad profunda y duradera. El desafío es saber dónde buscar.
A pesar de la habituación hedonística, se puede conseguir un estado de felicidad profunda y duradera. El desafío es saber dónde buscar.
Es preciso que comprendamos que en nuestra felicidad hay tres componentes, el genético, el relacionado con el entorno, y el asociado a cómo nos vemos y juzgamos a nosotros mismos y a los demás. El primero, con un porcentaje de impacto cercano al 50%, está determinado por nuestra carga genética y hay poco que podamos hacer al respecto, porque los estudios muestran que los esfuerzos en este sentido tienden desvanecerse a largo plazo. El segundo, con un 10% de impacto, se refiere a las condiciones sociales, culturales y económicas en las que nos toca vivir, y también es poco lo que podemos hacer al respecto, a menos que sea usted el ministro de economía, en cuyo caso, podría ir aplicándose el cuento…
El tercer componente es el que nos interesa, y tiene que ver con la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos y con las personas que nos rodean. Aquí tiene mucho que decir la inteligencia emocional, y además es el componente más importante de cara al individuo porque es el que puede controlar realmente.
All you need is love

Aparentemente, John Lennon tenían razón o, al menos, estaba bien encaminado si de encontrar la felicidad se trata. En términos más específicos, son las relaciones sociales y afectivas las que marcan la gran diferencia entre las personas que se consideran felices y las que no.
Los doctores Diener y Seligman, dos investigadores de la universidad de Pennsylvania, llevaron a cabo un experimento con más de 200 personas donde trataban de averiguar, con el mayor detalle posible, el grado de felicidad de los participantes, y sus orígenes. Esta investigación arrojó un dato muy interesante: los participantes que fueron catalogados como los más felices del estudio tenían en común las buenas relaciones con otras personas. Estos individuos tenían una vida social rica y satisfactoria, pasaban menos tiempo solos y compartían gran parte de su tiempo con familiares y amigos.
Otros estudios también han demostrado que estar casado o vivir en pareja, guarda una estrecha relación con la felicidad, aunque esta asociación solamente es válida en los casos de parejas felices. De hecho, los matrimonios infelices son una de las causas más importantes de malestar y de bajos niveles de felicidad, incluso cuando se lo compara con personas solteras o divorciadas. En otras palabras, compartir nuestra vida con alguien a quien amamos es uno de los pilares fundamentales para ser felices, pero si vamos a estar con la persona equivocada, entonces seremos mucho más infelices que si estuviésemos solos. O como decía también la señora mayor de al lado de mi casa, más vale sola que mal acompañada.
En resumen...
En resumen, las personas que he visto saltar en la tele esta tarde no serán más felices por haber ganado la lotería, pasados algunos meses y cuando el subidón se aplaque, simplemente porque tener más dinero no asegura mayores niveles de felicidad. Tanto ellos como nosotros haríamos bien en enfocarnos en lo que sí importa: las relaciones personales, la manera en que me veo a mí mismo, y lo dedicado que esté a ayudar a otros. Es de vital importancia que aprendamos a desarrollar las habilidades sociales que nos permitirán tener amistades y relaciones amorosas satisfactorias. Aprender a comunicarnos, a ser empáticos, asertivos y sensibles a las necesidades de otras personas, serán la clave de nuestra felicidad.
Haríamos bien en enfocarnos en lo que sí importa para ser felices: las relaciones personales, la manera en que me veo a mí mismo, y lo dedicado que esté a ayudar a otros.
Por suerte, todas estas características están al alcance de cualquiera que desee incorporarlas a su vida. Son herramientas que uno puede aprender y poner en práctica, y que tendrán un impacto superlativo en la vida de quienes lo hagan. Por suerte, no hace falta ganarse el gordo de navidad para ser felices, sino aprender un poco de inteligencia emocional. Hoy es un buen día para empezar, así que ¿por qué no dar hoy el primer paso hacia tu felicidad? Consulta nuestros cursos disponibles y nuestra propuesta de coaching online. Nos encantará informarte…