Al momento de llevar a cabo un test que mide los reflejos cognitivos y la capacidad de las personas de meditar una respuesta antes de ofrecerla, en oposición a decir lo primero que se nos viene a la mente, los investigadores dieron con una sencilla forma de mejorar la capacidad de recordar lo que leemos, especialmente a la hora de estudiar. En este artículo te contamos qué fue lo que descubrieron.
El mecanismo se basa en el hecho de que nuestro cerebro tiende a recordar mejor el texto que nos cuesta leer debido al estilo de la fuente o tipografía con el que esté escrito. En el test que mencionábamos, cuando las preguntas estaban redactadas en una tipografía sencilla de leer, como Times New Roman o Arial, los resultados fueron que sólo un 17% del total acertó las tres preguntas de la prueba. Sin embargo, cuando se cambió la fuente a otra menos legible, como Monotype Cursiva o Comic Sans itálica, el mismo test fue respondido en su totalidad por el 65% de los estudiantes.
Contrariamente a lo que se podría pensar, el utilizar un estilo de fuente menos legible no sólo no obstaculiza el aprendizaje, sino que mejora los resultados en los exámenes. En una escuela de Ohio se solicitó a los profesores y facultativos que cambiaran la tipografía a una de las dos mencionadas anteriormente, todos los apuntes que entregasen a los alumnos. Al comparar los resultados medios del rendimiento del alumnado antes y después el cambio, se vio una mejora significativa en los resultados de los exámenes.
¿A qué se debe este fenómeno?
Lo cierto es que la explicación está relacionada con la manera en la que nuestro cerebro procesa la información que recibe. Explicado de una manera sencilla, disponemos de dos sistemas diferentes de pensamiento. El primer sistema es rápido, intuitivo y requiere muy poco esfuerzo consciente. Es el sistema que utilizamos para reconocer rostros familiares, responder preguntas como “¿cuánto es 1 + 1?”, etc.
Por otra parte, el sistema 2 es mucho más analítico, lento y requiere un esfuerzo continuado y consciente. Es el que entra en funcionamiento cuando reprimes el deseo de responder lo primero que te viene a la mente, te sientas y piensas detenidamente en el problema.
Es importante destacar que ambos sistemas cumplen una función específica e importante, y ninguno es mejor que el otro, ya que sirven a propósitos diferentes. De hecho, nuestro cerebro normalmente utiliza el sistema 1, aunque hay ciertas condiciones que indicarán al cerebro que debe pasar a utilizar el sistema 2, como el llamado “esfuerzo cognitivo”, es decir, la necesidad de procesar algo complejo o complicado. De ahí que el utilizar una tipografía más complicada de leer es una señal para que se utilice el sistema 2, el cual produce muchos mejores resultados en términos de razonamiento, memorización, etc.
Tal es el efecto que tiene el simple cambio del estilo de letra que se puede utilizar también para manipular a las personas. En otro estudio en el que se presentaban preguntas a un grupo de estudiantes, se propuso la siguiente “Adolf Hitler nació en 1892”. Los encuestadores tuvieron la precaución de escribirla en una fuente deliberadamente sencilla de leer, y el resultado es que los estudiantes la consideraron como verdadera en un porcentaje mucho más amplio que otros a los que se les presentó con una tipografía menos legible. Nuestro cerebro tiende a utilizar el sistema 1 como se ha dicho, y una de las características del mismo es el hecho de asumir que lo que es sencillo de leer tiene más probabilidades de ser cierto y proviene de una fuente más confiable o experta. Esto se debe a que, si no realizamos un esfuerzo cognitivo, somos menos propensos a cuestionarnos este tipo de afirmaciones.
En resumen, el poder que tiene el estilo de letra en el que escribimos y leemos es mucho más del que nos podemos imaginar. La próxima vez que necesites estudiar un texto y tengas la posibilidad de hacerlo, cámbiale el tipo de letra a uno que te sea más trabajoso de leer. Potenciará tu capacidad de concentración y favorecerá la memorización.