Potasio y sodio. Nos falta del primero; nos sobra del segundo. Descubre los peligros de no llevar una dieta alcalina y evita graves consecuencias para tu salud.
Los adultos deben consumir menos de 2.000 miligramos de sodio, o lo que es lo mismo 5 gramos de sal, y aumentar el consumo de potasio a, al menos, 3.510 miligramo por día. Así lo indican las nuevas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que alerta que la combinación de niveles elevados de sodio y bajos de potasio aumentan el riesgo de presión arterial elevada y, en consecuencia, de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular.
En la actualidad, "la mayoría de las personas consumen demasiado sodio, pero de potasio no lo suficiente", destaca la organización internacional, que por primera vez establece unas directrices sobre su consumo. En este sentido se ha anunciado la intención de actualizar también las de la ingesta de grasas y azúcares. "La presión arterial elevada es un riesgo importante para la enfermedad cardiaca y los accidentes cerebrovasculares, la principal causa de muerte y discapacidad a nivel mundial", ha explicado el doctor Francesco Branca, director de la OMS, del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo.
La clave, una dieta alcalina
Hoy en día, sobre todo en los países desarrollados, los problemas de salud relacionados con la dieta están asociados al exceso y al desequilibrio nutricional, más que a la carencia de nutrientes. Esto ha tenido como consecuencia, en las últimas décadas, un aumento creciente de patologías, como ciertos tipos de cáncer, diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares, además de un significativo aumento en las cifras de obesidad.
Las enfermedades crónicas graves tienen por causa, factores de riesgo comunes y modificables, tales como una alimentación poco sana, la inactividad física y el consumo de tabaco, entre otros. Dichos factores de riesgo explican la gran mayoría de las muertes por ese tipo de enfermedades a todas las edades, en hombres y mujeres, y en todo el mundo. La clave está en modificar nuestra alimentación y volverla más alcalina.
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